04 mayo 2010

¿Que escribiré en el blog y como empezó mi vida en España?

Escribiré sobre mí, mis experiencias, mis inquietudes. Sobre mi vida de antes y la de ahora. Quien era ayer y quien soy hoy. Espero que alguien se pueda encontrar en mis relatos, que comparta mis opiniones sobre el mundo, o que aprenda algo de mis vivencias, especialmente gente como yo, que se ha visto, por alguna circunstancia de la vida, en la situación de vivir fuera de su país, entre desconocidos. Personas que tienen que hablar constantemente en un idioma distinto al nativo, un idioma en el que no se pueden expresar de la manera que les gustaría, en el que no pueden transmitir sus sentimientos como quisieran. Personas que, por mucho que quieran adaptarse al sitio y a la gente que las acogió, les resulta muy difícil y a menudo se preguntan: "¿Que hago yo aquí?"


Nadie me obligo venir a España. Nada me empujo venir a vivir aquí. No tenia necesidad de ello, como tantos otros que al encontrase en situaciones tan desesperadas, llegan a dejar país, casa, pareja e hijos para buscarse la vida donde sea en el mundo. Gente que acepta cualquier trabajo a cualquier precio. Profesores que trabajan de camareros, médicos que cuidan mayores, artistas que limpian casas para poder mandar dinero a sus hijos que en el mejor de los casos se han quedado con los abuelos, pero, en general, sin vigilancia constante. Hoy en día, casi un cuarto de los niños rumanos tienen por lo menos un padre trabajando en el extranjero. La generación futura será una generación de huérfanos, desatendidos en los años más importantes de sus vidas, cuando se forma la persona de mañana. Una generación de frustrados, sufridos y llenos de odio. ¡Que futuro nos espera!

Pero, volviendo al tema, lo mío fue una larga cadena de coincidencias mezclada con ganas de experimentar cosas nuevas, de comerme el mundo. Por entonces vivía en un piso alquilado en la capital de Rumania, Bucarest (¡¡¡no Budapest!!!), tenia un trabajo y un novio. Eso si, nada era decidido en mi vida. No era el trabajo de mi vida y tampoco tenia ganas de casarme y sentar cabeza. Más bien todo lo contrario. Buscar un trabajo que me llene, que me haga sentirme útil y me obligue sacar a la luz todos mis talentos escondidos en algún rincón de mi ser (todos los tenemos) y, a la vez, encontrar a ese hombre perfecto en todos los sentidos, estos eran mis sueños para algún día, en el futuro, y mientras, vivir a tope y acumular experiencia era todo lo que deseaba por el momento.

Un conocido, originario de España, pero que hablaba rumano muy bien debido a su trabajo en la capital rumana, me propuso un trabajo de un fin de semana en una feria internacional de muebles. Ahí conocí a mi futuro jefe de España, que admiró mi gran capacidad de hablar idiomas. Por aquel entonces sabia italiano también, debido a los 3 meses de trabajo en una estación turística de los Alpes italianos. Hoy en día apenas lo entiendo. Lo mismo me pasa con el francés, que en la edad escolar lo sabia hablar muy bien y ahora solo lo entiendo y lo leo un poco, debido a la falta de práctica. Solo el inglés es un idioma que probablemente nunca olvidaré. Y el castellano, claro. Hasta ese momento nunca tuve la oportunidad de hablar castellano pero algo entendía debido al gran número de telenovelas que me he tragado durante un tiempo. Eso, lo de tener las películas subtituladas, es una gran ayuda a la hora de aprender a leer rápido en tu idioma y de reconocer y saber algo de idiomas. Gracias a ello, hoy puedo decir que entiendo un poco de alemán, bastante de portugués y, en general, reconozco casi todos las idiomas desde las primeras palabras. No quiero presumir de mis conocimientos. En general, la mayoría de los rumanos pueden decir lo mismo que yo y esto se debe únicamente al subtitulado y a nada más. Todo el mundo nos dice que tenemos un don para los idiomas. No es así, cualquiera lo puede tener si de pequeño esta acostumbrado a oír idiomas extranjeros. Resulta mucho más fácil aprenderlos después y se sabe que cuantas más idiomas sabe uno, mas fácil es aprender otros.

En fin, el hecho es que durante los dos días de feria no me atreví soltar ninguna palabra en español, solo en italiano e ingles con los visitantes extranjeros de la feria y poquísimo solo en ingles con los representantes de la empresa que me contrató. Aun así, entendía bastante lo que me decían en castellano, así que me resulto todo fácil. El ultimo día me invitaron a cenar en un restaurante que tenia que escoger yo y ahí, después de unas copas, de la nada, empecé a hablar en castellano para la sorpresa de todos, incluido la mía. Mi futuro jefe me ofreció un trabajo en Bucarest de encargada de una tienda de ropa que quería abrir a finales de año. Era una buena opción, excelente, los encargados de tiendas de este estilo como Zara, Berska, etc., ganan muy bien ahí y tienen un nivel de vida muy alto. Pero entonces yo no lo sabía, apenas había una que otra tienda de este estilo en la capital, era el principio de las inversiones extranjeras y tampoco tenía ganas de cambiar el trabajo que tenia por uno similar y mucho menos esperar hasta el fin de año. Por mi experiencia, en Rumania, cuando uno tiene un plan, por mucho que siga al pie de la letra todos los pasos preestablecidos, es casi imposible que salga cuando uno lo prevé y lo quiere, sino meses o incluso años mas tarde, por tema de papeleo y licencias. Así que le pregunté si no hay algún puesto de trabajo para mí en España. Desde que pronuncié esas palabras, como el que habla para hablar con una copa demás encima, y hasta el día que salí rumbo a Bilbao, pasó exactamente un mes. Pero antes, como cualquier persona responsable y despierta, me cogí un par de precauciones para estar segura de que no término trabajando de prostituta en algún burdel de la carretera. Primero hablé con un conocido mío holandés, que supuestamente trabajaba en cubierto para Interpol en el tema de drogas y prostitución. Cara a publico tenia una tienda de ventanas insonorizadas pero en realidad seguía de cerca los pasos de un conocido mafioso rumano que mandaba chicas a Ibiza, o por lo menos eso es lo que me contó. Exactamente por el hecho que me lo contó no estoy tan segura que era verdad, pero no tenía otra opción mejor. Quedamos en que yo me pondría en contacto con el en los siguientes dos días, después de mi llegada y, si tardaba en hacerlo, me pondría en búsqueda y captura por algún delito importante para sacarme cuanto antes de la situación en la que me encontraba. Estaba de acuerdo que es mejor pasar unos días en la cárcel que haciendo cosas horrorosas por ahí. Así que le dejé todos mis datos y la copia del pasaporte. Con otro amigo, esta vez virtual, que conocí chateando, quedamos en llamarme el, nada mas llegar, a mi móvil y, si no respondo, venir a buscarme al pueblo donde trabajaba. Era de Portugal así que le resultaba bastante fácil llegar en un día. A este le dejé todos los datos de los empleadores, con números de móviles y domicilios, con la esperanza que son verdaderos. Según se acercaba el día de partida, me volvía cada vez más nerviosa y un montón de tragedias me venían a la cabeza. Rezaba para que todo sea tal y como me lo contaron, que mi trabajo sea el que me prometieron, de secretaria para una fabrica de muebles y ni pensé en otras cosas como el sueldo o la casa donde viviría. En Bilbao me recogió el mismo jefe que conocí en Bucarest y, como estaba tan cansada de tanta emoción y noches sin dormir, me olvidé encender el móvil así que, en camino, una llamada inesperada le dejo a mi jefe boquiabierto. "¡Dice que es tu novio!" me comento pasándome la llamada. Era Luís, el chico de Portugal, que cumplió su promesa con creces. Hasta el día de hoy no lo tengo claro si todo fue muy diferente de lo que iba a ser gracias a el o, simplemente, tenia que ser exactamente tal como fue. El hecho es que el jefe empezó a ponerme preguntas con respeto al supuesto novio y al entender que existe alguien que se preocupa por mí, no me molestó en absoluto con ningún tipo de alusiones sexuales, ni nada por el estilo, durante el tiempo que trabajé en su empresa. Tampoco le veía muy a menudo por que tenía varias empresas y su socio era el que llevaba la batuta en la fábrica. Al pasar el primer susto, me percaté que el sueldo era casi la mitad de lo que me prometieron, el trabajo era bastante diferente del propio de una secretaria, porque tenía que hacer dibujo técnico, cosa que no he estudiado y no se me daba nada bien. Por ello recibía bastantes críticas del nuevo jefe y no estaba nada a gusto haciendo algo que no me correspondía. Encima, el piso donde me alojaron era enorme y, por lo tanto, tenia que pagar la mitad del sueldo por el, cuando un piso mas pequeño o compartido habría sido mas apropiado para la situación. Tampoco me dejaron buscarme la vida. Vivía una especie de vigilancia parcial y, acostumbrada a vivir a mi rollo en la capital rumana, lo odiaba. Y todavía no os he dicho nada del sitio. Para los que lo conocéis, puede parecer bonito, pero vivir ahí es un coñazo, os aseguro. El pueblo de las galletas, Aguilar de Campoo, puede oler de maravilla en el invierno áspero, nevado y frío, tan parecido a Rumania, cosa que me extrañó bastante, tratándose de España. ¡Los tópicos de siempre! En primavera huele mejor todavía, debido a las flores y a los pinos de alrededor del bonito embalse lleno de peces saltando al aire. Las ruinas iluminadas de noche son extremamente románticas si tienes con quien compartirlo y os aconsejo visitarlo si os encontráis cerca. Pero yo lo odiaba, no al lugar en si, sino a la gente cotilla, cerrada y mal hablada que callaba de repente cuando entraba yo en un bar o en una tienda y me fijaban con la mirada como si era un extraterrestre por lo menos. Y os aseguro que mi apariencia no tiene nada de extraño o diferente. Soy alta, ni flaca ni gorda, rubia (aunque mi pelo original es mas oscuro) blanca de piel y de ojos verde-gris. Puede que tenga un poco de rasgo balcánico, las mejillas un poco más anchas, pero nada exagerado. Con el paso de los años me han dicho que soy de Francia o de Rusia, hasta de Estados Unidos, cosa que me ha hecho pensar que tengo un semblante bastante universal, tal como yo esperaba. Para mi sorpresa, mucha gente del pueblo sabía de donde soy, donde vivo, donde trabajo e, incluso, cosas sobre mí que ni yo sabia. Para alguien que esta acostumbrado a vivir entre millones de gente, donde no se conocen ni los vecinos del mismo edificio, es una experiencia aterradora y reconozco que todavía me cuesta asimilarla. Hasta hicieron una apuesta los chicos de una cuadrilla, para ver con quien de ellos me iría a la cama primero, cosa de cual me enteré la única vez que salí de marcha, sola, en un sábado de fiesta. Pero si me fui con alguien y con quien, lo contaré otro día. Lo único que puedo adelantaros por ahora es que tiene alguna conexión con Portugal.

Sin embargo, todavía al día de hoy, no logro entender como me he atrevido a dar este cambio tan radical en mi vida, arriesgarme tanto con respeto a todo, dejar atrás una vida asentada y bastante segura por algo tan incierto y me pregunto: ¿Será que había algo aquí que me atraía como un imán y no me dejaba pensar demasiado?

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