08 mayo 2010

Como me he perdido del todo para volver a encontrarme mas compleja que nunca

Cuando llegué a España no me conocía lo suficiente bien. Por ejemplo, no sabia que me gustan tanto las flores como para hacer de ello una verdadera pasión. No tenia ni idea que puedo ser tan responsable y tan tranquila y que no necesito salir todos los días de bares para ser feliz. No me imaginaba que podía vivir el momento sin arrepentirme de algunos momentos del pasado y de las cosas que podría haber hecho y no las he hecho a su debido tiempo. Pero lo de vivir en el pasado y arrepentirse todo el día, es un defecto típico de los rumanos. Claro, puede que de otros pueblos también. En fin, no sabía muchas cosas de mí, así que me fue muy fácil perderme en este mundo nuevo y desconocido para mí. Tan diferente de lo que yo he vivido y he sentido alguna vez. No, no os imaginéis que hay diferencias tan obvias. A la superficie, a penas se nota alguna. Pero si miras debajo de la capa exterior de las cosas, si intimas lo suficiente con este mundo y con la manera de ser de su gente, cosa inevitable en más de 8 años desde cuando vivo aquí, descubres cosas maravillosas y también equivocadas, que podrían hacerse mucho mejor. Si a continuación hablo mas de las malas, prometo hablar solo de las buenas en otro capitulo.


Cuando por fin me he establecido en el pueblo vasco de las orillas del Mar Cantabrico donde vivo hasta el día de hoy, hacia un verano extremadamente calido. En 2004 fue uno de los mejores veranos, que no se repetirán pronto en el país de las lluvias permanentes y del "txirri mirri". Pero yo pensé que así es normal, que es España y por ello hay solo verano en las orillas del mar. Otro tópico tan generalizado entre los habitantes del norte, este y centro de Europa. Bueno, de hecho, creemos que hay un verano perpetuo en toda España, pero yo he podido comprobar lo contrario durante mi estancia de casi 6 meses en Aguilar de Campoo donde, en invierno, el frío y la nieve son tan persistentes como en los inviernos de mi infancia y, en verano, el calor es tan agobiante como en la capital de Rumania y en los alrededores.

El ambiente estival, de vacación y fiesta, que se respiraba esos primeras días de mi llegada aquí, se difuminó pronto y no lo he vuelto a sentir desde entonces. Me parecía un mundo libre, alegre, abierto, receptivo y hospitalero. ¡No podría estar más equivocada! Los acontecimientos que pasaron pronto después de mi llegada, me dejaron un sabor de boca amarguísimo. Los padres de mi actual marido me miraron con caras largas y desconfiadas. "¿Rumana? Otra extranjera con ganas de verselas arregladas le engaña a nuestro hijo tonto de remate." Si habría estado mas segura de mi misma en ese momento, me podría haber dado cuenta que sus opiniones sobre su hijo eran peores que sobre mi, una desconocida, que le consideraban incapaz de valerse por si mismo y escoger lo que le conviene en la vida. Pero yo no me percaté de ello, sino del hecho que me ponen en el mismo saco con la gente falsa y engañosa que hay en este mundo y me sentó muy mal. La actitud de mi pareja frente a estas acusaciones no ayudó tampoco y para rematar toda esta situación dolorosa, me tocaba ir a la primera boda familiar de un largo número de bodas que siguieron. Ahí, mi pareja no me presentó a casi nadie, a unos pocos primos y a nadie de los mayores de la familia. Después de la comida, desapareció por más de 4 horas. Se fue de bares y discotecas sin contar conmigo, con el hecho que era nueva entre ellos y no conocía todavía a nadie, que no me desenvolvía tan bien como hoy, entre ellos (unos 50 familiares mínimo). Me pasé el resto de la velada llorando lagrimas amargas, consolada de vez en cuando de alguna novia o mujer de algún primo, que me contaba que le pasó lo mismo al principio, que así son ellos, que "cuando se juntan los primos no hay quien les separe". Yo no entendía esto. "Esta bien que quieres estar con tu familia, pero ten en cuenta a tu chica también. No te cuesta nada hacerle caso a ella también un poco", le he dicho esto en esa época tantas veces hasta que me harté. Mucho más tarde me he enterado que es lo que le tenía lejos de mí. No era el deseo impetuoso de estar con sus primos o amigos, ni era tan difícil de entender, como me lo repetía el como excusa, eran las drogas. Cuando lo supe, comprendí de repente el porque de tantas excusas y tantas razones absurdas que el me daba, el porque de tantas mentiras fáciles de descubrir, tanta indiferencia y tanto desamor al principio de una relación que empezó tan bien y que se estropeó tan rápido. He decidido luchar. ¿Por que huir, cuando siempre he pensado que todo se puede conseguir con esfuerzo? Hasta cuando pierdo algo, algún objeto, no lo doy por perdido antes de buscarlo varias veces en los sitios en cuales podría estar. Ese objeto no ha desaparecido, permanece en algún sitio y depende de mí encontrarlo. Mucho más, cuando se trata de personas. Con lucha y perseverancia, con amor y deseos de ayudar, se consigue hacer a alguien que entre en razón. Esta insistencia fue otra razón de discusiones con mi pareja que se da por vencido muy rápido en todo lo que le parece que no funciona o no vale la pena, incluido nuestra relación.

Como me enteré del tema de las drogas es otra historia que probablemente contaré aquí. Como he hecho para saber que se siente, para conocer mejor al enemigo, también será tema de algún capitulo mas adelante. Pero con respeto a su adicción, me aseguró que no es nada, que no esta enganchado y que lo puede dejar cuando quiere. “Así lo dicen todos”, pensé, ahora que era toda una experta en la drogadicción (habiendo leído un montón sobre el tema desde entonces), cuando antes pensaba que solo es un problema que se ve en películas y entre la gente de muy baja condición. Antes de irme de Rumania, todavía no habían entrado las drogas fuertes en el país. Marihuana era lo único que se consumía, pero no en mi entorno. Para mi fue muy fuerte ver a mi propio novio fumándola como si nada, pero me aseguró que no es nada de otro mundo, la probé yo también y he tenido que darle la razón. A mi, personalmente, no me ha hecho ningún efecto. Esto no significa que a la gente débil, que busca este tipo de placer para olvidarse de si misma, no puede resultarle peligroso, además si la consuma de manera habitual. Sin embargo, no me ha podido convencer que esnifar cocaína es igual de inofensivo y es por ello que me asusté tanto y decidí luchar. Al final, gracias a Dios, era verdad que no estaba enganchado y hoy ha quedado solo en un mal recuerdo y nada más. Pero hasta acabar este episodio de mi vida, he tenido que pasarlo mal en una segunda boda. Todo estaba ya aclarado, el me había prometido que no necesita coca para estar feliz y a gusto a mi lado, así que estaba decidida tomármelo con calma, estar contenta y agradable esta vez, ya que conocía casi a todo el mundo de la boda y todo el mundo me conocía a mi. Todo empezó muy bien y prometía mejorar. El me tenía en cuenta para todo y yo estaba feliz. Soy de divertirme, bailar sin parar, contar historias diferentes de todo lo que la gente conoce, así que no me fue difícil enseñar mi cara real a todos los invitados. Pero, de repente, uno de los primos le toco la espalda a mi novio, el se levanto de la mesa y he podido ver como se unió a otros 3 chicos, hermanos y primos, para ir al baño juntos. He dicho antes que soy ingenua. Sin embargo, soy perspicaz y tengo un sexto sentido muy desarrollado. Puede parecer una contradicción, pero no lo es. Soy ingenua con respeto a este mundo y a lo que es capaz de hacer y este problema se debe al hecho que creo en la gente, les veo buenos a la mayoría e incapaces de maldades. Soy ingenua porque me cuesta creer que hay maneras de pensar tan diferentes a la mía. También, porque no tengo las cosas claras con respeto a temas económicos, sociales, burocráticos, porque sinceramente, no les doy importancia, sabiendo perfectamente que estoy equivocada. Pero simplemente no les trago, no les entiendo, no les quiero en mi vida. Pero cuando se trata de nuestro lado espiritual, sentimental, de cosas que importan de verdad, como aprender y crecer y ayudar aprender y crecer a los demás, me veo otra persona. Segura, confiada y lista para comerse el mundo. Por desgracia, aquí poco me sirve todo esto, en un mundo que tiene ojos solo para los negocios, el dinero y los bienes materiales. A mi, los demás me ven, o bien, falsa e interesada (porque no pueden imaginarse a alguien tan poco materialista) o, en el mejor de los casos, si tienen un poco de perspicacia, un bicho raro, inadaptado.

Me quedé un momento pensando si vale la pena amargarme el día y seguirles al baño. Daba ya por hecho que se fueron ahí para esnifar coca y para nada más. Al final, decidí hacerlo y recuerdo que tenía los pies pesados como piedras. No me gustaba lo que hacia, espiar a la puerta del baño de los chicos no es algo propio de mi. Podía oír ese sonido típico de nariz, de esnifar, y primero salió mi novio. Le he dicho lo que sabia, sin rodeos, y el tampoco lo negó. Era demasiado obvio. Tenía la nariz blanca y alguna mancha en la ropa. Armé la de Dios entre los hermanos y los primos. Estaba tan decepcionada que no me importaba ya nada. Sin embargo, me alegro que los novios no se enteraron ya que no tenían por que pasarlo mal el día de su boda. Este episodio fue el último que yo conozco del tema de las drogas de mí ahora marido.

Parece que no, pero todo esto me ayudó mucho. Me ayudó a revalorarme, a recordar quien era antes de venir aquí, a realizar que toda este gente que he conocido, especialmente mi marido, mis suegros, mis cuñados, no tienen necesariamente razón cuando me dicen: "tienes que ser así y hacer esto y aquello", "deja atrás tu idioma y tus costumbres y aprende los nuestros si quieres ser aceptada, por que ahora estas aquí no ahí", "sé tu misma pero haz tal y tal y tal y olvídate de tal y tal" (cosa contradictoria y casi imposible), "acompaña siempre a tu marido y no lo pierdas de vista" (fue la lección que me dio su abuela el primer día que la conocí), "no compares que la comparación es odiosa", "sé sencilla y humilde para ser aceptada y amada" y unos cuantos mas, por el estilo.

Especialmente me gustaría profundizar un poco en los últimos dos consejos. “No compares.” Entiendo que hay un dicho aquí y no quiero enseñar nada a nadie, pero de mi experiencia y viniendo de un país que aprecia y hace mucho uso de las comparaciones, puedo decir que de comparar se aprende una barbaridad. Una de las primeras cosas que aprendemos en la escuela es comparar objetos: más grande, menos pesado, etc. La comparación es un recurso estilístico en la literatura, junto con la hipérbola, los epítetos, etc. ¿Como puedo yo formarme una imagen clara sobre el mundo si no comparo? Me parece algo básico, indispensable para la naturaleza humana. Hay comparaciones y comparaciones. Como con todo, a veces hay que callar y a veces hay que saber que decir y que no, dependiendo de las personas que te escuchan. Pero de aquí a no comparar nunca... esto significa cortar de la raíz cualquier opción de aprender algo de los demás pueblos, gentes, costumbres, etc. Esto significa que uno se cree perfecto y no quiere saber nada mas.

Con respeto al segundo consejo. “Sé sencillo y humilde.” ¿Sencillo y humilde para el bien de quien? ¿De uno mismo? No lo creo. De la pareja, de los mayores, de los jefes y de todos aquellos que tienen un interés en que te calles y que hagas lo que se te dice, sin pensar demasiado y sin protestar. No tener demasiadas opiniones, automáticamente no tener demasiadas opciones. Cerrarte las puertas y dejar a los demás que te guíen por la vida, que decidan por ti. Lo mismo quieren los gobiernos. Que la gente sea sencilla, que no conozca sus derechos o, si los conoce, que se sienta demasiado humilde para exigirlos. Que uno trabaje en cualquier cosa, aun si tiene una formación que le ha costado inversión y tiempo, que renuncie a sus sueños y baje a la tierra. Ser sencillo para reírte cuando se ríen los demás, para decir “si” a todo, para seguir la corriente sin opinar, para entrar en esa especie de inercia de falsedades, amabilidades y abrazos y besos de cortesía y otros gestos y expresiones de pura imagen. Ser humilde para olvidar tus virtudes, tus ilusiones y porque estas aquí en la Tierra, cual es tu razón de existir. Gustar a los demás con el riesgo de que, algún día, llegues a odiarte a ti mismo. Esto si hay suerte y te despiertas. En otras palabras, ser sencillo y humilde para dejarles comerte el coco.

Igual estoy equivocada, igual no consigo entender en profundidad estos consejos, igual no alcanzo la sabiduría de este pueblo. Pero vengo de un país tan diferente, tan abierto y tan deseoso de comerse el mundo que estas cosas simplemente me repugnan. Y como lo he dicho antes: para mi lo mas importante es LA LIBERTAD que tan difícil ha conseguido mi pueblo. Libertad de pensar, de expresarme, de actuar, de ser yo misma, de aprender y de crecer, buscando mi propio lugar y destino en este mundo.

Así que, en lugar de todos estos consejos, he decidido quedarme con otro: “Ámate a ti mismo antes que a nadie, por que si no lo haces tu, nadie lo hará en tu lugar.”

¡Si que he aprendido a valorarme! Durante todos estos años me he perdido completamente varias veces. He llegado a no saber si actúo bien o mal con respeto a cosas sencillas, de día a día, si todo lo que he aprendido en casa, de mis padres, y en la escuela, de mis profesores, es lo adecuado, si soy yo la única que piensa de una manera tan diferente y nadie mas, incluso, si he perdido el norte. ¿De verdad que no importa nada más que trabajar, trabajar y ganar, ganar y gastar, gastar? ¿Nada más?

Hoy se otra vez quien soy. Se de nuevo que es lo que quiero, que no haré ya nunca mas y distingo entre la gente que me quiere bien y la que no. Veo sus limitaciones y les acepto. Se que tengo limitaciones yo también y me acepto tal como soy, sin dejar de luchar para mejorar yo y para ayudar a los demás que mejoren, aunque esto es algo mas difícil de alcanzar. Conozco mis metas y persigo mis sueños. Disfruto de mis hobbies. Algunos vienen del pasado, otros he descubierto aquí, mientras me buscaba a mi misma. He tenido que perderme del todo, para buscarme y volver a encontrarme más compleja que nunca. He recordado quien soy yo de verdad, apenas cuando me he visto rodeada de lo que no lo soy y nunca lo he sido. Y ahora no es que sea mejor o peor, pero otra versión de mi misma, mas completa, mas profunda, mas cerca de la persona que dejará este mundo algún día. Y cuando llegue ese momento, cerraré los ojos aquí y los abriré allí, al otro lado, y, entonces, todo lo que he querido saber alguna vez y lo que no me he imaginado nunca y muchísimos mas cosas, se revelaran en todo su esplendor ante mi. El por que de las vivencias, de los acontecimientos, de los sufrimientos, de las alegrías, de la gente que me ha rodeado y de toda mi existencia. Pero hasta entonces quiero estar cuanto más cerca de LA VERDAD y, desde luego, el dinero, los negocios y el mundo material no son parte de la respuesta correcta.

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